lunes, 21 de octubre de 2024

Resumen - Fragmentos - Frases: El evangelio según Jesucristo - John F MacArthur -

Prologo por J. I Packer

Dios ha unido tres oficios de profeta (maestro), sacerdote y rey en la obra mediadora de Jesucristo, y por medio de la Biblia nos lleva a relacionarnos positivamente con todos ellos. Dios ha unido la fe y arrepentimiento con las dos facetas de las repuesta al Salvador y ha dejador claro que volverse a Cristo significa abandonar el pecado y la impiedad. La enseñanza bíblica acerca de la fe entrelaza la creencia, la dedicación y la comunión; ello nos muestra que el creer cristiano no es el mero conocimiento de hechos referentes a Cristo, sino también acudir a él con fe personal para adorarle, amarle y servirle. Si no conseguimos mantener juntas estas tres cosas que Dios ha entrelazado, nuestro cristianismo se verá distorsionado. 

Prefacio

La Salvación es por la gracia soberana de Dios y sólo por ella. Nada de lo que un pecado perdido, degenerado y espiritualmente muerto pueda hacer contribuirá en manera alguna a la salvación. La fe que salva, el arrepentimiento, dedicación y obediencia son obras divinas, escritas por el ES en el corazón de todos los salvos... La auténtica salvación no puede dejar y no dejará de producir obras de justicia en la vida de un auténtico creyente. No hay obras humanas en el acto de la salvación, pero la obra divina de salvación comprende un cambio de intensiones, voluntad, deseos y actitudes que produce, inevitablemente, el fruto del ES. La misma esencial de la obra salvadora de Dios es la transformación de la voluntad que da por resuelto el amor de Dios. La salvación planta así la raíz que produce con toda seguridad el fruto. 

Introducción

Este libro es fruto de siete años de estudio de los Evangelios. A medida que me sumergía en el evangelio que Cristo enseñó me he dado cuenta de que la mayor parte del evangelismo moderno queda corto al tratar de presentar el evangelio bíblico en una forma equilibrada y bíblica. 

El evangelio de hoy ofrece una falsa esperanza a los pecadores. Les promete que pueden tener vida eterna y, a la vez, continuar viviendo en rebeldía contra Dios. Anima a las personas a declarar a Jesucristo como Salvador y dejar para más adelante el compromiso de obedecerle como Señor. Promete salvación del infierno, pero no necesariamente liberación de la iniquidad. Ofrece una falsa seguridad a personas que se gozan en el pecado y menosprecian el camino de santidad. Al separar la fe de la fidelidad, da la impresión de que el asentimiento intelectual es tan válido como obedecer de corazón a la verdad. Este evangelio ha dado paso a una insidiosa y fácil credulidad que no hace demandas morales a las vida de los pecadores. No es el mismo mensaje que predicó Jesucristo. 

Este nuevo evangelio ha producido una generación de cristianos profesos cuyo comportamiento no se diferencia de la rebeldía de lo no regenerados. 

La promesa de vida eterna sin someterse a la autoridad divina nutre la perversidad del corazón no regenerado. Creen que su comportamiento no guarda relación con su situación espiritual, aún así continúan la práctica desenfrenada de los más groseros pecado y manifestaciones de la depravación humana. 

Mi propósito en este libro es considerar los encuentros evangelizadores de Jesús y de sus enseñanzas sobre el camino de salvación. 

La doctrina de la salvación se encuentra en la base de todo lo que enseñamos. No podemos señalar con confianza el camino d e la salvación de los hombres a menos que comprendamos correctamente el evangelio. 

1 - Un vistazo a los asuntos en cuestión.

El evangelio anunciado por Jesús era un llamamiento al discipulado, a seguirle en obediencia sumisa, no simplemente una invitación a tomar una decisión o realizar una oración. El mensaje de Jesuscristo liberaba a las personas de la esclavitud de sus pecados mientras hacía frente a la hipocrecía y la condenaba. Era una oferta de vida eterna y perdón para los pecadores arrepentidos, pero al mismo tiempo una repulsa de las personas de religión superficial cuyas vidas carecían de verdadera rectitud. Advirtió a los pecadores que debían arrepentirse de sus pecados y abrazar la justicia de Dios. 

Enseñó que el costo de seguirle es alto, que el camino es estrecho y pocos son los que lo hallan. Mateo 7:13-23.

Las consecuencias de una justificación sin santificación ha sido catastrófico. Muchos creen sinceramente que son salvos, pero son completamente estériles en cuanto a frutos que lo demuestren.

La Biblia nos anima a examinarnos si estamos en la fe. 2 Co 13:5; 2 Pedro 1:10, Lc 6:44

La evidencia de la obra de Dios es una vida es el fruto de un comportamiento transformado (1 Jn 3:10) La fe que no da por resultado una vida recta es muerta y no puede salvar (Santiago 2:14-17) Los que profesan ser cristianos y carecen de frutos de justicia no estarán seguros de que son salvos (1 Jn 2:4)

La autentica salvación no es sólo justificación. No puede separarse de la regeneración, la santificación y, finalmente, la glorificación. La salvación es un proceso continuo tanto como un acontecimiento pasado. Es la obra de Dios por la que nos va haciendo "conforme a la imagen de su Hijo"- Rom 8:29; 13:11 - La seguridad auténtica surge de ver la obra transformadora del ES en la propia vida, no de aferrarse al recuerdo de una experiencia pasada. 

Antecedentes históricos: 

Antes de Chafer, nadie hubiera considerado que es posible ser salvo sin una vida transformada. El concepto de cristiano carnal se convirtió en una nueva forma de ver el evangelio. Esta idea de dos clases de cristianos es la extensión de una perspectiva dispensacionalista. Entre los dispensacionalista hay una tendencia a compartimentar y marcar dicotomías en exceso. La división entre la era de la ley y de la gracia ha contribuído a una confusión en la doctrina de la salvación. Chafer veía como excluyentes, la fe y la gracia. En realidad, tanto la ley y la gracias son parte del programa de Dios en todas las dispensaciones. La salvación siempre ha sido por gracia por medio de la fe. Gal 2:16; Rom 4:3-16; 1 Cor 7:19; 9:21)

La distinción entre Salvador y Señor ha llevado a creer que es posible rechazar a Cristo como Señor y a la vez recibirle como Salvador. 

La salvación de señorío, tachada de herejía, considera que para ser salva una persona debe confiar en Jesucristo como Salvador de sus pecados y también entregarse a él como Señor de su vida, sometiendose a la autoridad soberana. 

Una fe que rechaza su soberana autoridad es realmente incredulidad. Nosotros no hacemos a Cristo Señor ¡El es Señor! El reconocimiento de su señorío no es una obra humana, no es algo añadido a la Fe. Hechos 16:31; Rom 10:9; Hec 2:36.

Nuestro Señor mismo condenó a aquellos que adoraban a Dios con sus labios pero no con sus vidas. Mateo 15:7-9

El llamamiento al calvario debe ser reconocido por lo que es: un llamamiento al discipulado bajo el señorío de Jesucristo. Responder al llamamiento es convertirse en creyente. Cualquier cosa inferior simplemente es incredulidad. Lucas 14:26-33; Mate 9:23-

La verdadera gracia nos enseña a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a vivir en este siglo sobra, justa y piadosamente (Tito 2:12). La gracia es el poder de Dios para cumplir los deberes del nuevo pacto (1 Co 7:19) No da permiso para vivir en la carne, da poder para vivir en el Espiritu.

La fe que salva no es un simple entendimiento. Es inseparable del arrepentimiento, la entrega y la ansia sobrenatural de obedecer. 

La salvación es un don, pero se apropia sólo mediante una fe que va más allá de la simple comprensión y el asentimiento a la verdad. Los verdaderos creyentes se caracterizan por una fe para la que es tan repulsiva la vida de pecado como atraída es hacia la misericordia del Salvador. Habiendo sido atraídos a Cristo, se alejan de todo lo demás. Mateo 5:3; Lc 18.13-14. La oración desesperada del hombre da como resultado la Salvación, un arrepentimiento genuino causado por Dios. El arrepentimiento está en el centro de la fe que salva. El arrepentimiento comprende el reconocimiento de la total pecaminosidad propia y volverse del pecado y uno mismo a Dios. 1 Tes 1:9. Es mucho más que un cambio de mente es un cambio completo de corazón, actitud, interés y dirección. La fe verdadera siempre es obediente. La fe se equipara a la obediencia (Juan 3:36; Rom 1:5; 16:26; 2 Ts 1:8; Heb 11:8.

La salvación es una obra soberana de Dios. Se define por lo que se produce, no por lo que uno hace para obtenerla.