Juan
10:31-38.-
Las
obras de Jesús tuvieron mucha repercusión, pero más lo tuvieron sus palabras. A
tal punto que los judíos lo consideraron un blasfemo. Jesús al declarar que era
el Hijo de Dios, que el Padre y Él uno son en esencia, estaba indicando que era
igual a Dios.
Los judíos lo entendían como una blasfemia. Ellos consideraban a
Jesús como un hombre pecador que no podía igualarse a Dios. ¿Quién de nosotros
podría hacerse igual a Dios? Ninguno de nosotros en nuestro sano juicio
pretendería hacerse semejante a Dios. Sin embargo, Jesús declaró: Yo y el
Padre, uno somos.
Los
judíos comprendían técnicamente que significaban estas palabras, pero no
comprendían que significancia tenía para sus vidas. Seguramente cualquiera de
nosotros nos hubiéramos rasgado las vestiduras al escuchar una declaración semejante,
que un hombre común a nuestros ojos se haga así mismo Dios. Seguramente por
esta razón es que Jesús señala que le crean más por sus obras que por sus
palabras. Si las palabras de Cristo resultaban escandalosas, entonces había que
mirar sus obras. Los judíos pudieron haber visto las obras de Cristo como milagros
de Dios, sin embargo, sus pensamientos quedaron encerrados en la ley.
Cristo
resalta la importancia de sus obras para que crean. Cuán importante son las
obras para el cristiano verdadero que desea dar testimonio de Jesucristo. Si
realmente deseamos ser un impacto en este mundo y que las personas conozcan a
Cristo debemos reflexionar sobre las cosas que estamos haciendo y cómo lo
estamos haciendo.
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