Es preciso reconocer los tiempos de Dios para ser sabios en cuanto a su voluntad.
Juan 7:1 Y pasadas estas cosas andaba Jesús en Galilea; que no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle. Y estaba cerca la Fiesta de los judíos, la de los Tabernáculos. Y le dijeron sus hermanos: Pásate de aquí, y vete a Judea, para que tus discípulos también vean las obras que haces. Que ninguno que procura ser claro, hace algo en oculto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él.
Les dice entonces Jesús: Mi tiempo aún no es venido; mas vuestro tiempo siempre es presto. No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas. Vosotros subid a esta Fiesta; yo no subo aún a esta Fiesta, porque mi tiempo aún no es cumplido.
Y habiéndoles dicho esto, permaneció en Galilea.
Jesús sabía discernir que aún no era el tiempo para comenzar su ministerio de forma pública. Probablemente sabía que si los discípulos los encontraban en Judea querrían ponerlo como Rey (Juan 6.15). Esto generaría una revuelta por la liberación de un pueblo en opresión y seguramente habría muchas muertes, como sucede actualmente con los pueblos que se levantan en proclamación de sus derechos.
Si bien Jesús podría haber ido a Judea, dejar que lo proclamaran Rey y destruir totalmente a los enemigos de su pueblo, este no era el Plan de Dios.
El Plan de Dios para su Hijo era ir a la cruz para cargar todos nuestros pecados y hacernos libre de una vez y para siempre a todos nosotros. El Plan de Dios es más extenso de lo que nosotros imaginamos. Ya no se reduce a la liberación del pueblo judío sino la liberación de la humanidad de la esclavitud del pecado.
El Plan de Dios para su Hijo era ir a la cruz para cargar todos nuestros pecados y hacernos libre de una vez y para siempre a todos nosotros. El Plan de Dios es más extenso de lo que nosotros imaginamos. Ya no se reduce a la liberación del pueblo judío sino la liberación de la humanidad de la esclavitud del pecado.
La sabiduría también implica reconocer los tiempos de Dios para saber cuándo comenzar el ministerio.
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